sábado, 1 de agosto de 2009

"Manzana verde"

Y llegó nomás. Crónica de una muerte anunciada. Nadie más que yo sabía del desenlace evidente a esta gran historia. ¿Dolió? Si y cuánto. ¿Reproches? No, ninguno, solo agradecimientos.
Madurez y sinceridad hasta los últimos minutos, hasta las últimas palabras. Aunque su partida venía siendo anunciada hacía tiempo, escucharla por los altoparlantes, me hizo sentir como en un aeropuerto. Sin valijas, claro y sin destino seguro.
Como en el anochecer del último día de aquellas vacaciones soñadas en la adolescencia, como en el último minuto del partido por la final del mundo perdida.
Me guardo en los cajones, todos los recuerdos, todos los olores, todas las sonrisas y esos besos y abrazos que ni los poetas pueden contar por escrito.
Los últimos minutos de ese encuentro los quise emplear en recorrer su cara, como un escáner, para no olvidarme detalles de ese rostro, de esa sonrisa, de esos ojos.
Las razones de su huida, solo nosotros sabemos cuán justificadas y necesarias fueron.
Haría la lista de agradecimientos, pero el sinsentido me murmura que ya no hace falta aquello.
Todavía cierro los ojos y releo el mensaje y la propuesta que me dejó escrita en la espalda.
Para no ponerle azúcar a la miel, no voy a decir que se merecía algo mejor ni mayores cursilerías de las hasta ahora expresadas.
Mis excusas ya son intolerables hasta para mis riñones. Yo, en su lugar no hubiese esperado ni un segundo, no hubiese tenido tanta paciencia y piedad.
Habrá que cerrar el capítulo, sin olvidos ni insistencias.
Cómo todo lo que existe en este mundo, esta gran historia también llegó a final.
Me llena los pulmones el orgullo de haberla vivido, de haber compartido todos esos momentos.
Solo me resta ponerme de pie y aplaudir a una verdadera mujer, de principio a fin.
Quedará esa manzana verde en mi frutera, hasta que el tiempo se encargue de marchitarla.

(Fecha: Hoy, 1 de Agosto de 2009)